Jürgen Habermas sostiene que el mecanismo fundamental de la evolución social consiste en una suerte de automatismo de “no poder dejar de aprender”. Lo que a su juicio requiere explicación es la falta de aprendizaje por parte de las sociedades; y uno de los motivos debe buscarse en las prácticas sociales que se sostienen en pretensiones de verdad no reflexivas. Esto es, aquellas prácticas sociales que responden a apotegmas que se dan por supuestos de manera ingenua y se aceptan o rechazan sin pruebas ni ningún tipo de elucidación meditada y elaborada en base a evidencias. Argentina es un caso extremo de esta falta de aprendizaje, como lo registra la reiteración de experiencias de política económica ya fracasadas que retornan alegando que las experiencias previas no fueron lo suficientemente “profundas”.
Así, la sociedad argentina está hoy sumida en otra crisis que es una fase más de lo que Marcelo Diamand ya identificaba a mediados de la década del ochenta como un “péndulo” de cambios bruscos y frecuentes entre dos corrientes antagónicas que denomina “expansionista popular” y “ortodoxia liberal”. Para Diamand, el reiterado fracaso de estas corrientes políticamente antagónicas no es por un “empate político”, como sugieren algunos estudios de la época, sino por las inconsistencias de sus políticas económicas que no tienen viabilidad intrínseca y no son coherentes con la relación ente la economía argentina y la mundial. En cada oscilación de este péndulo, en lugar de aprendizaje y cambio, se reiteran prácticas viejas, irreflexivas y fracasadas.
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