La pandemia del Covid-19 significó un desafío en múltiples sentidos. A la emergencia sanitaria se sumaron las consecuencias económicas derivadas de las medidas tomadas para enfrentar la crisis. Los períodos prolongados de confinamiento y las restricciones de movilidad paralizaron total o parcialmente las actividades económicas y tuvieron un impacto sobre el empleo y los ingresos de las personas.
El trabajo de cuidado no remunerado se vio incrementado por las necesidades del contexto de la pandemia, pero también por las restricciones a los arreglos habituales, incluyendo la posibilidad de recurrir a espacios de cuidado extradomésticos.Las dimensiones de género de la crisis ya fueron expuestas largamente, con el particular impacto sobre ciertos empleos feminizados (especialmente, los trabajos remunerados del cuidado y el empleo en casas particulares), la sobrecarga del trabajo de cuidado no remunerado, la pérdida de ingresos monetarios y, en términos generales, las mayores dificultades para la gestión de la vida cotidiana.
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