Hace tiempo que el sistema político argentino no cumple con su función de otorgar legitimidad al poder político, proteger a la población de los crecientes riesgos sociales y consolidar la integración social promoviendo la igualdad de oportunidades de vida de la población. El desprestigio del sistema de partidos políticos quita efectividad a las políticas públicas, desgastando al sistema económico y a otros subsistemas sociales como el educativo, el sanitario, el de seguridad social, etc. No se trata de un problema coyuntural que “ya pasará”, sino de uno de largo plazo que es la lógica consecuencia del incumplimiento por parte de la elite dirigente de las promesas democráticas levantadas hace casi cuatro décadas.
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