En la Argentina, como en muchos otros países, hemos pasado de la “ilusión democrática” propia de los años 80 (aquí, con el fin de la dictadura), al “desencanto democrático” más propio de los 90 (desencanto generado en parte por duros programas de ajuste estructural) y de allí, pronto, al “hastío democrático” (el belga David Van Reybrouck ha hablado del “síndrome de la fatiga democrática” como marca de nuestro tiempo).
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Diario Clarín, 11 de noviembre de 2018
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